Hace unos años, uno de mis planes favoritos era subir la colina del sitio donde vivo y colocar una hamaca de Decathlon entre dos árboles. Comprábamos un par de claras, una bolsa de patatas y nos tumbábamos a ver la puesta de sol desde nuestra mecedora particular. El refugio ansiado cerca de casa.
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Hay quien dirá que el mar le llena de calma. La brisa marina, los pies hundidos en la arena mojada y un horizonte infinito. Otros imaginarán su remanso rodeado de madera, olor a lavanda y una ligera llovizna. El refugio literal se convierte en el oasis perfecto cuando el cansancio toca la puerta. Cada uno tiene el suyo: Carrie Bradshaw, como urbanita empedernida, odia la cabaña de madera a la que su novio, Aidan Shaw, la lleva a pasar unos días. Ella es más de Los Hamptons. Sin embargo, personajes célebres como los Médici, Winston Churchill o la Reina Isabel I encontraron el confort dentro de los bosques.
Pero el refugio no siempre debe ser tangible. De hecho, para que sea reiterado suele ser metafórico. Un rato de silencio, unas palabras de ánimo, la mano tendida en el momento justo. Todo ello responde a la sensación de tranquilidad que buscamos cuando queremos cobijarnos del mundo. El verano, de hecho, se antoja la época ideal para hacerlo: buscar un lugar –material o etéreo– donde practicar el descanso. Por eso hoy hablamos de refugios. En un momento en el que el futuro, tanto político, climático como social, se dibuja convulso e incierto, es esencial encontrar lugares donde guarecerse.
Para ayudarte a imaginar el tuyo, hemos preguntado a periodistas y escritoras sobre sus refugios, reales y metafóricos. ¿Qué significado tiene refugiarse en el siglo XXI? ¿De qué manera puede conseguirse? Allá vamos.
Un refugio es…
Raquel Peláez, subdirectora de S Moda (El País) y autora de Quiero y no puedo
Un lugar donde no sienta miedo. Ninguno de los posibles miedos, desde la angustia que provoca el calor (ecoansiedad) hasta el de no tener garantizado el descanso (el miedo a no ser capaz de pagar el alquiler o a ser expulsado de tu casa es muy común en las grandes ciudades hoy en día).
Noe Olbés, jefa de prensa de Sexto Piso y autora del boletín Eso que haces
Le robo la idea descaradamente al final del poema Me preocupaba de Mary Oliver:
«Pero un día me di cuenta de que toda esa preocupación no llevó a nada.
Y me rendí. Y tomé este viejo cuerpo mío
y salí a la mañana
y canté».
Un refugio para mí es ese lugar que nos permite salir a la mañana y cantar.
Guillermo López Linares, director de Salvaje y fundador de Libros del K.O.
La definición clásica de refugio, sin mirar en el diccionario, imagino que dirá a algo así como espacio o parapeto donde protegerse de las inclemencias o amenazas externas, que a lo largo de la existencia humana han sido principalmente el frío, el calor y los depredadores, animales o humanos; para mí, hoy en día, esa principal amenaza es el ruido, el constante bombardeo sensorial que inunda nuestras retinas y pantallas y que nos impide encadenar dos ideas seguidas y amenaza la base misma de nuestra civilización. Por eso, la principal característica de un refugio en 2025 es que sea silencioso, un lugar o momento en el que aislarme de todos los estímulos que intentan robar mi flujo de pensamiento y poder reclamar mi cerebro todo para mí.
Eva Morell, autora del boletín El club de la cabaña y el ensayo Refugio: una historia de cabañas
Es, sonando muy Mr. Wonderful, como un abrazo. Cualquier espacio, cosa, sitio, sensación, pensamiento o emoción que me haga sentir bien, segura y tranquila. Puede ser desde un lugar donde estoy a gusto y recogida, donde puedo crear y pensar –mi casa, por ejemplo– a estar con mis amigas comiendo un Campero o en el cine viendo una película.
10 consejos para crear tu refugio
Rodéate de buena compañía. ¿En quién piensas cuando te preguntan: Con quién te irías a una isla desierta? Probablemente, la persona que te venga a la cabeza sería una buena candidata para compartir un refugio. «Rodéate de gente que te quiera y a la que quieras, gente que te guste en el sentido más profundo y humano de la palabra, en quien confíes», dice Raquel Peláez.
Practica el silencio. «Escuchamos podcast, música, ruido ambiente 24/7 y eso condiciona mucho el ruido interno de nuestro cerebro. Intenta buscar momentos en los que puedas estar solo o en calma, aunque sean 15 minutos al día. El refugio no es solo físico, también es un estado mental», explica Eva Morell.
Arremolínate en la comodidad. Noe Olbés tiene las claves para conseguirlo: «Una cinturilla que no apriete, cara lavada, lentillas fuera, móvil apagado y lejos, luces tenues, cojines, flores en la mesa y algunas alegrías de vivir a mano –¿Unos manices tostados cubiertos de miel con sal? ¿Un libro malo-bueno o bueno-bueno?–».
Llena tu refugio de ventanas. A otros mundos, a otras vidas, a otros sueños. Guillermo López tira de la música para aislarse del ruido. Prefiere discos enteros a canciones, porque «son demasiado cortas para que te metan de lleno en la sensación de ser otra persona totalmente diferente». Los suyos: ‘Brat’ de Charlie XCX y el ‘Romance’ de Fontaines D.C. También ‘Disintegration’ de The Cure y cualquiera de los Pixies. Todos ellos hacen que su mente «vuele a un lugar muy muy alto, a donde no llegan las miserias diarias de la realidad», afirma.
Separa tu mente del scroll. Eva Morell recomienda dos apps para hacer detox digital y dar carpetazo, durante unos minutos, a la hiperconexión diaria. La primera, Forest, un refugio al que acudir cuando estás agobiado en el trabajo. «Puedes ver crecer una planta y respirar a la vez, ayudando a la concentración y la vuelta de la creatividad», dice. La segunda, Lungy, una app para respirar. «La uso mucho en el metro, en el bus, cuando necesito cerrar los ojos y olvidarme de dónde estoy», remata la autora.
Be water, my friend, que diría Bruce Lee. La sensación de tranquilidad se encuentra en el punto medio entre la anticipación y la presencia. Procura dar con él. «Intenta vivir el presente lo máximo que puedas (sé cigarra), pero también piensa de vez en cuando en el futuro (sé hormiga)», nos recomienda Raquel Peláez.
Construye un refugio en casa. «Ese rincón de tu casa que te hace sentir bien, una esquinita con un sillón, el momento en el que te haces la rutina de noche, cuando cocinas. Ese momento en el que sientes que disfrutas mucho en casa y desconectas porque te pones un podcast o un vinilo y disfrutas. Eso es refugio dentro de tu día a día. Puedes convertirlo incluso en una especie de ritual diario, te darás cuenta de que sienta muy bien», nos cuenta Eva Morell. Raquel Peláez también tiene algunos consejos a propósito de esto: «Ahorra para un buen sofá y un buen sillón, prioriza el presupuesto para el colchón y compra bombillas de luz amarilla».
Huye de la productividad. Deja de mirar la lista de to-do de soslayo y actúa contra el impulso de ser productivo constantemente. «No hacer absolutamente nada por unos minutos es abrirnos un hueco privado e indestructible en el que podemos recrearnos siempre que queramos», afirma Noe Olbés.
Pasea sin rumbo. Eva Morell lo tiene claro: mover las piernas sin una dirección fija puede ser un gran aliado en la voluntad de desconectar del ruido diario. «No pienses a qué calles vas, simplemente ponte música en los cascos y camina durante una hora sin pensar. Es una buena táctica para centrarte en aquello que te interesa y desconectar de lo de fuera», dice.
Elimina el ruido. «Hay dos maneras de eliminar el ruido: poniendo barreras físicas que impidan que llegue a nuestros tímpanos, o, como todo el que tiene unos auriculares con cancelación activa de sonido sabe, emitiendo una señal igual de potente pero complementaria que anule la cacofonía invasora. Yo, para mi guarida, elijo la segunda opción. Es importante aislarse físicamente, sí, pero más todavía sustituir el ruido de doscientas mil voces discordantes luchando por tu atención con una narración o una melodía que ocupe la totalidad de tu mente», cuenta Guillermo López.
Si quieres seguir explorando cómo construir tu refugio –real o imaginario–, el pódcast de esta semana te espera.
El semáforo
🟢 Hip, hip, hurraaaaaa. Ya se han publicado las primeras imágenes de Anne Hathaway en la grabación de El diablo viste de Prada 2. El 1 de mayo de 2026 en cines. ¡¡¡AAAAH!!!
🟠 Lo que una infidelidad mediática dice del mundo. El destape del romance entre el CEO de Astronomer y su empleada en el concierto de Coldplay ha dado para memes (y muchas risas), pero deja un poso recogido por 404 Media. Según el medio, las redes alimentan un panóptico digital, donde todos vigilamos y somos vigilados. En conciertos y espacios públicos ya normalizamos ceder nuestra imagen sin control. La pregunta es: ¿deberíamos hacer algo al respecto?
🔴 Los jóvenes, prediabéticos. Según el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades en Estados Unidos, 1 de cada 3 adolescentes entre 12 y 17 años tiene prediabetes. Es decir, tienen más riesgo de desarrollar una diabetes de tipo 2. Más allá de la falta de ejercicio físico o de la rutina alimentaria que se tenga, ¿podrían las redes y los productos de moda estar influyendo en esta tendencia?
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🤝 Hasta la próxima,
¡Este post es un refugio en sí mismo! ☺️ ¡Felicidades, Mar y equipo!
¡Me encanta este post, queridos!