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En colaboración con Spain Data Centers
Hace unos días paseaba por el casco histórico de Estrasburgo con mis compis Mar y Marina. Teníamos dos horas para turistear y Marina me retó a contar algo rápido sobre la Catedral local. Saqué el móvil, mandé un audio a ChatGPT y en unos segundos su voz nos contó, en tono cercano y épico, que su única torre fue el edificio más alto del mundo durante más de 200 años, entre otros detalles que nos dejaron informados y satisfechos.
Es evidente que esa decisión que tomé al abrir la app de ChatGPT se ha convertido en un recurso rutinario de nuestro día a día. Pero nos hemos acostumbrado tanto a ese recurso que solemos dar por hecho la infraestructura que lo hace posible, especialmente la nube que procesa toda esa información para que esté disponible en mi móvil en unos pocos segundos.
Este mes, por fin, he podido conocer la nube desde dentro gracias a Spain Data Centers, una asociación con la que nos hemos aliado para explicar hasta qué punto hablamos de una infraestructura clave para el funcionamiento y el futuro de nuestro país.
A pesar de tener un nombre tan ligero, la nube la conforman grandes naves industriales llenas de servidores y tarjetas gráficas trabajando sin parar. Estos edificios se conocen como centros de datos y me han dejado acceder a uno de los mayores que existen en España. Las medidas de seguridad son tremendas: en todo momento voy acompañado y, para entrar a muchas salas, debo cruzar una doble puerta que asegura la presión y limpieza de toda la instalación (no te pierdas el vídeo que hemos hecho para verme pasar una de ellas).
En España hay más de 140 centros de datos parecidos a este. ¿Son muchos o pocos? Puestos en perspectiva, un área metropolitana como la de Londres tiene tres veces más potencia de procesamiento de datos que toda España; Fráncfort, más del doble. Pero esto puede cambiar muy rápido. La inteligencia artificial y un futuro cada vez más digital demandan la construcción en Europa de más centros de datos. ¿Y dónde se pueden instalar? Donde haya abundante energía eléctrica y buenas conexiones.
Nuestro país es una potencia en energías renovables, con casi el 60 por ciento de nuestro mix eléctrico libre de combustibles fósiles. Y además, somos la puerta de entrada desde África y América, con varios de los cables submarinos más importantes del mundo entrando por nuestras costas.
Pero, ¿nos interesa ser centro clave de comunicación en Europa?
Un futuro digital
La gente de Spain Data Centers que me acompaña en la visita me da dos razones principales por las que querríamos tener más centros de datos en España.
Primero, la creciente importancia de la seguridad de nuestros datos. En Europa, tenemos estándares de privacidad y de calidad mucho más altos que en otros lugares. Por estos servidores está pasando todo: tus cuentas bancarias, tus videollamadas cuando trabajas en remoto o las preguntas estúpidas que le solemos hacer a los chatbots. Centros como este no solo tienen medidas físicas de seguridad, sino que están obligados a implementar cortafuegos de ciberseguridad para proteger nuestra información.
Segundo, tener centros de datos cerca propicia que tengamos un internet más veloz. Es el tiempo que tarda en cargarse tu serie de Netflix, sí, pero también una ventaja competitiva para empresas locales. Nuestras startups se benefician de ejecutar aquí sus herramientas de IA. Esto genera una competencia entre territorios que ven en los centros de datos una oportunidad económica también en forma de impuestos y puestos de trabajo.
El reto de la sostenibilidad
Pero hablemos con honestidad. Mira, yo he sido muy gamer. Sé lo que exige un ordenador cuando le chutas un videojuego potente. Ni me imagino lo que consume un centro de datos como este en el que me encuentro.
En Irlanda, los centros de datos ya suponen casi un 20 por ciento de su consumo eléctrico. En España, que sepamos no llega al 1 por ciento, pero se espera que vaya creciendo. A esto se le une la famosa electrificación de nuestra economía —coches eléctricos, calefacción eléctrica—, lo cual puede llevarnos a casi doblar nuestra demanda energética para 2040. Por este motivo, la Unión Europea ha metido a los centros de datos dentro del Pacto Verde, regulando su instalación para que estén en lugares que les puedan nutrir de energía limpia.
Oscar Barrero, socio responsable de Energía de PwC España, me dice por videollamada que esta industria «ha sido el paradigma de las exigencias en materia de sostenibilidad». Con mucho sol y viento, «España tiene unas condiciones inigualables», sin esconder algunos retos.
Hay centros de datos, mucho más grandes que este en el que me encuentro, que consumen 24/7 como una gran fábrica de acero. Sin embargo, Óscar me asegura que las tasas y peajes de las empresas que instalen aquí sus centros de datos nos pueden permitir desarrollar las tres patas que necesitamos para acomodarlos: más producción de renovables, centros de distribución de mayor potencia y baterías para almacenar excedentes energéticos. Ergo, fortalecer nuestra industria de renovables.
Mis ordenadores gamer también se calentaban, e incluso se apagaban, si no estaban lo suficientemente fríos. De hecho, se acusa con frecuencia a los centros de datos de consumir mucha agua para refrigerarse. Esto es así en los centros más grandes, pero la situación está cambiando. Tecnológicas como Amazon o Microsoft afirman que sus instalaciones no consumirán agua llegado 2030 porque ya están desarrollando soluciones de refrigeración mejores. En lugar de evaporar el agua, la recirculan. Es el caso de parte de la instalación en la que estoy, donde el mismo agua se usa una y otra vez para mantener los chips por debajo de los 27 grados.
Los centros de datos supondrán para nuestra economía digital lo que las carreteras, puertos y aeropuertos fueron para la economía industrial del pasado. España, como pieza clave para tratar de hacer de esta revolución algo sostenible y seguro, podría estar ante su gran oportunidad de que las voces de los chatbots del futuro se procesen dentro de nuestras fronteras.
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Que genios del marketing los que decidieron llamar "la nube" a la computadora de otros y convencernos que era lo mejor.
Necesitamos reforzar el tema de la gobernanza de internet como mundo, porque quedó en pocas manos.
Me ha gustado, muy informativo pero un poco denso Emilio, te tengo que comentar que este tema se me ha hecho bola.