Hace unas semanas, le dije a un entrevistado: «Me encanta lo que acabas de decir». No lo hacía por reforzar su aportación, sino por enviarle pistas a la inteligencia artificial que luego me iba a ayudar a resumir la conversación. Quería que ese ayudante en la sombra supiera qué claves me interesaría leer después. Sin haberlo asimilado del todo, mi cerebro se había adaptado a este nuevo statu quo de las IA omnipresentes.
En otro contexto diferente al periodístico, sanitarios y pacientes de todo el planeta ya se preparan para un mundo que se abre ante nosotros en salas de consulta y hospitales. Y te quiero contar cómo.
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Deduzco que estás más que familiarizado con lo que implica visitar un centro médico. Si eres hipocondríaco, como yo, incluso has valorado todas las variantes que se plantean una vez entras en la consulta. ¿Pero y si todas esas fases se vieran influenciadas por la IA? De hecho, es posible que ya lo estén haciendo, según me cuentan expertos de todos los ámbitos sanitarios españoles. Pero vamos juntos al hospital para entenderlo mejor.
La cita
El primer paso es conseguir un hueco con tu médico. En comunidades autónomas como la valenciana, la startup Tucuvi trabaja en un proyecto piloto para aligerar las listas de espera. Su asistente de voz por IA se llama LOLA y siempre coge el teléfono, me cuenta su cofundadora María González Manso: «Da igual la hora, te hacen preguntas para ver qué es lo que te pasa y te asignan con el profesional correspondiente en la primera cita disponible».
Entidades privadas como Sanitas también trabajan en herramientas de conversación inteligentes que ayudan a los pacientes a identificar sus síntomas, ofrecer un primer diagnóstico e incluso recomendar una mejor solución que la de ir al médico de forma presencial.
Jesús Jerónimo, su Director de Salud Digital, me dice que así se evitan «consultas innecesarias». En España, más de 11 millones de citas médicas se van al garete porque los pacientes no van, según cifras de 2023. Eso supone un 5 por ciento del total. Jesús dice que también hay un porcentaje significativo de consultas que terminan en el especialista equivocado, lo que implica más desperdicio.
La consulta
Otra de las implicaciones más inmediatas de la IA en Sanidad tendrá lugar en el primer encuentro médico-paciente. Recuerdo vivamente mis últimas consultas con el gastro, en la privada y en la pública. Ninguno me miraba muy atentamente mientras les contaba mis dificultades intestinales, sino que mantuvieron su foco en la pantalla y el teclado. En los próximos 2 o 3 años, es más que probable que esa imagen deje de ser habitual.
En Sanitas, por ejemplo, tienen un proyecto en marcha con el que la IA escucha durante la consulta, recoge toda la información y la estructura para poder presentar luego un resumen al médico. Para Jesús, el objetivo es «humanizar la consulta» porque la conversación deja de tener un elemento tecnológico físico entre médico y paciente.
Piénsalo. Es un poco como mi entrevista periodística, pero con fines sanitarios. A mí la IA me permite centrarme en la conversación, aprender. Al médico le ayuda a enfocarse en el paciente, en cuidarlo.
No es solo cosa de la privada. Estos asistentes virtuales para consultas deberían estar implementados en el sistema público llegado 2027, según me cuenta por videollamada Noemí Cívicos, Directora General de Salud Digital y Sistemas de Información para el Sistema Nacional de Salud.
El diagnóstico
Noemí tiene un cargo largo, pero vuelve a leer la segunda parte: «Sistemas de información». Busco la definición: «Cualquier sistema informático que se utilice para obtener, almacenar, manipular, administrar, controlar, procesar, transmitir o recibir datos». Sin datos, la IA sirve de poco. Y en el diagnóstico es especialmente relevante.
«Ya vemos que la IA lo hace mejor» que los humanos en muchos aspectos de la medicina objetiva, según me cuenta la doctora en bioestadística Arce Domingo, de la Universidad de Columbia, y cofundadora de la newsletter Te lo dice una científica. A un médico quizá se le escape un detalle de una radiografía apenas visible para el ojo humano, o una variación mínima entre la primera y la segunda ecografía de una mujer embarazada. ¿A la IA? Not happening.
Sistemas de inteligencia artificial de Google y OpenAI, pero también de empresas y hospitales españoles, llevan tiempo superando a doctores humanos en diagnosticar enfermedades a partir de datos históricos, resultados de laboratorio o electrocardiogramas. Las últimas versiones no hacen más que mejorar a sus predecesoras. Te voy a decir más, un artículo publicado en la revista Nature asegura que la IA no solo supera a los humanos en algunos diagnósticos, sino que incluso supera a la IA asistida por humanos. Ups.
Noemí me cuenta que desde el Ministerio de Sanidad ya trabajan en un programa para «intercambiar imágenes médicas, no solo informes», entre las distintas comunidades autónomas. Eso incluye, aunque más a futuro, la opción de usar esas imágenes en investigación médica. De esa manera, las IA tendrán más datos objetivos con los que hacer diagnósticos certeros. Nada de esto es baladí. Compartir datos médicos tan sensibles se ajusta a un marco regulatorio superestricto, el de la Unión Europea, que protege a sus ciudadanos de los excesos que vemos en otras partes del mundo con regulaciones más laxas y sistemas sanitarios privados más abusivos (hello, USA).
El tratamiento
Todo diagnóstico ayuda a un profesional sanitario a recomendar un tratamiento. La IA también puede participar en esa decisión, pero solo tras un escrutinio exigente. Jesús me cuenta que cualquier herramienta sanitaria de IA debe pasar por un riguroso proceso de certificación, similar al de los medicamentos, con estudios científicos que demuestren su eficacia. Es el llamado certificado europeo «CE».
Noemí, poniendo un ejemplo inventado, me sugiere que quizá no estemos tan lejos de un chatbot asistencial de IA que recomiende terapias digitales para el tratamiento de la salud mental. Todo, siempre con certificado CE.
En España, ya se están asentando los cimientos para poder encontrar herramientas que puedan ayudar en todos los frentes. María, de Tucuvi, me cuenta que su empresa ha sido seleccionada para colaborar en una guía que ayude a implementar soluciones de IA certificadas en sectores de alto riesgo como el sanitario. Y Noemí me adelanta que desde Sanidad definirán pronto un catálogo de herramientas validadas a nivel europeo para que hospitales de todo el país puedan ofrecerlas en sus centros. Una app store sanitaria para abrazar el futuro con garantías de seguridad.
El seguimiento
Último paso. Falta seguir al paciente una vez abandona su centro médico, tras una operación o con una receta bajo el brazo. Ahí, agentes virtuales con certificado CE como el de Tucuvi ayudan a estar al tanto. María me explica que su asistente de voz LOLA hace seguimiento de pacientes de forma automatizada. Piensa en una mujer que acaba de ser operada del pulmón. Su médico necesita hacerle un seguimiento constante, así que Tucuvi se encarga de llamarla por teléfono, hacer las preguntas adecuadas y detectar situaciones de riesgo para dar la alerta oportuna si hace falta.
«¿Pero y dónde queda lo humano?», te preguntarás. Todos los expertos coinciden en que la clave está en el tiempo que la IA puede ahorrar para mejorar la eficiencia del trabajo sanitario, incluso acercando a médicos y pacientes y sin atropellar todas las normas éticas y legales escritas o todavía por definir.
Lo resumía bien Esther Gómez, enfermera y divulgadora sanitaria en @mienfermerafavorita, en el último podcast que celebramos en el Google for Startups Campus de Madrid: «Creo de veras que vamos a tener más tiempo para dar cuidados de calidad». Lo que impera, al final del día, es tener tiempo para recordar lo que nos hace más humanos.
Notas del redactor
Me fliparon algunas de las cuestiones éticas y legales que Esther y Arce mencionaron en el podcast, así que ponte a escucharlo si quieres conocer las implicaciones de tener tanta tecnología e IA en nuestros ecosistemas sanitarios.
En el podcast, Arce también ahonda en un aspecto de la conversación que he tenido que dejar fuera: el papel de la IA en la investigación médica. Los ejemplos del Nobel de Química de AlphaFold o el de AI co-scientist de Google Gemini me parecen cojonudos.
Date una vuelta por la web de Hippocratic AI, una startup de agentes virtuales sanitarios similar a Tucuvi que también lo está petando en Estados Unidos. Conoce a Julia, para hacerte seguimiento en el postoperatorio, o a Steven, para que controle la diabetes de tu padre. Tremendo.
El semáforo
🟢 Una IA resuelve uno de los mayores desafíos de la traducción simultánea. Spatial Speech Translation es un sistema de auriculares que traduce el diálogo de varias personas que están hablando al mismo tiempo, en tiempo real e identificando posibles cambios de idioma entre quienes intervienen en la conversación.
🟠 Airbnb quiere ser una superapp de servicios. Según publica WIRED, Airbnb ha iniciado una reinvención radical de su exitoso modelo de negocio. Este mes lanza la primera fase: más de 10.000 proveedores ofrecerán servicios en 260 ciudades de 30 países, retomando además el fallido experimento de 2016 de vender actividades locales. Sesiones de microdermoabrasión, clases de lucha libre mexicana, un corte de pelo o entrenamientos con celebrities. El objetivo es transformar Airbnb en una superapp de servicios, con un sistema de verificación de los usuarios tan completo que, en la visión de su CEO Brian Chesky, dote a tu perfil de la categoría de pasaporte digital.
🔴 Aquí está su avión qatarí. El ritmo de la actualidad estadounidense es frenético, pero demasiado poco se habla de que Donald Trump ha aceptado como regalo del reino de Qatar un Boeing 747 de superlujo valorado en más de 400 millones de dólares. Sí, es para usarlo como Air Force One, que el anterior ya estaba viejo, pero es que en unos años será transferido a su Biblioteca Presidencial para uso privado de Trump. El futuro de Estados Unidos es… oscuro.
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🤝 Hasta la próxima,
Como siempre un montón para pensar. Me queda pendiente la escucha del podcast también.
En principio, siento que la lógica de incorporar sistemas de inteligencia artificial reforzaría el sesgo actual que alejaría lo humano y se usaría para una mayor productividad medida en cantidad de pacientes -acortando la duración de los turnos, por ejemplo. También me preocupa mucho el uso de los datos. Y en el caso de los menores más complejo aún. Además, la IA tiene que ser una herramienta del médico, para eso tiene que sentirse seguro con el uso además de dominarlo, y no una imposición del centro de salud o de atención.
Creo que puede ser buscar en la técnica/tecnología la solución a un problema/pregunta que es más de cariz social.
También me llama la atención el fetiche de los grandes CEOs de grandes tecnológicas de tener pasaportes digitales y todo centralizado en una plataforma como algo deseable. Pasaba con Musk y Twitter que lo quería transformar en una super app (y terminó siendo un criadero de discursos de odio y bots nada más), ahora con el de Airbnb. Y lo único que sostiene eso son todos nuestros datos y avances sobre nuestra privacidad.
Hola! La verdad es que me encanta lo que escribís y lo que hacéis, yo soy médico asistencial y aunque la IA impone, la verdad, porque a veces te hace tambalear lo que uno entiende como médico, creo que bien utilizado puede ayudarnos afinar mucho el diagnóstico, a reducir los errores y a anticiparnos con las pruebas complementarias (como la mamografía) para tumores que se desarrollan antes que el ojo humano sea capaz de reconocerlo (y tenemos grandes profesionales muy expertos). En mi opinión, estamos en un cambio del estilo de médic@ también, estamos en general más concienciados de la importancia de lo psicoemocional y el entorno, las necesidad sociales de los enfermos, pero no es fácil. El sistema sanitario tal como lo conocemos está herido y no parece que nadie, que no sea la IA, tenga interés en arreglarlo. Un abrazo y gracias!