Pedro Sánchez tenía demasiadas historias en la cabeza. O al menos esa impresión me dio a mí este jueves cuando lo veía mirar a todas partes, y a ninguna, durante la presentación de Anatomía de un instante, una nueva miniserie sobre el 23-F para Movistar+ Plus. Me habían invitado a ver el primer episodio en el Congreso de los Diputados y todo tenía previsto ser bastante normal. Pero al mismo tiempo, acabábamos de saber, un par de horas antes como mucho, que el Fiscal General del Estado había sido inhabilitado por el Tribunal Supremo, un varapalo inmenso para el Gobierno de Sánchez y para el orden institucional, le eche uno la culpa a quien se la eche.
Sánchez escuchó al resto de invitados antes de hacer su intervención. Hablaron el director de la miniserie, Alberto Rodríguez, y el autor del libro en el que se basa, un divertidísimo Javier Cercas que le pidió al Presidente que publicara todos los documentos del 23-F que siguen bajo sumario. Sánchez habló justo al final, cosa de protocolo, y en las palabras se podía distinguir un discurso que se debió estar reescribiendo hasta el ultimísimo momento, cosa de la actualidad frenética.
Sorprendió, ante todo, que Sánchez estuviera ahí sabiendo lo que contaban todos los medios de España en ese preciso instante. A mí lo que me asustó fue leer la noticia en dos de las mayores cabeceras generalistas y no atisbar un solo ápice de consenso. Eran dos realidades completamente distintas; una hacia la derecha, otra hacia la izquierda. Lo más frustrante fue tener que patearme casi una decena de medios para buscar lo más cercano a la verdad. Y peor todavía, tener que hacerlo en un momento político en el que la verdad no solo es escasa, también es carísima, y se esconde detrás de varios muros de pago y un proceso detectivesco al que hay que dedicarle demasiado tiempo.
Sánchez miraba a todos lados, sí, como tantos otros españoles que no saben dónde enfocar la vista antes de sacar conclusiones. Todo es precipitado, todo es polarizado. Y nadie sabe ya hacia dónde vamos.
Pero ahora sí, aquí vuelvo para traerte anotaciones de los temas que hemos tratado en los programas de WATIF TV de la semana, así como algunas otras tendencias que hemos ido rascando por la web y que agradecerás haber aprendido:
La política de comunicación de la Casa Blanca se basa en dos parámetros: los memes y la crueldad. Periodistas como Ryan Broderick y Charlie Warzel llevan meses escribiendo sobre cómo las redes sociales de la administración de Donald Trump parecen estar gestionadas por chavales curtidos en 4chan. Ese foro lleva años siendo una fuente influyente para la comunidad digital de la extrema derecha, ayudando a convertir mensajes políticos extremistas en memes digeribles para los jóvenes que ahora se desviven por proteger el movimiento MAGA (y sus sucedáneos más extremistas). En Public Notice repasan las novedades más graves (la entrevista está bajo muro de pago). Yo tomaría apuntes porque los que ya llevan tiempo tomándolos son los extremistas de nuestro lado del charco. Tiempo al tiempo.
Una canción sobre Charlie Kirk se hace viral y, de paso, nos cuenta mucho sobre el estado de la industria musical. La canción ha sido creada por Spalexma, un artista con unos 100.000 oyentes mensuales, acostumbrado a publicar canciones generadas con IA de carácter religioso. Esta vez, el usuario ha dado el pelotazo con una canción dedicada al recientemente asesinado Charlie Kirk. Lo preocupante de ello no es únicamente el tributo que rinde la canción o su origen sintético, sino la magnitud de temas que publica Spalexma anualmente. Este año ha publicado 18 álbumes, una cifra inalcanzable para cualquier artista que no recurra a la IA en su proceso de creación.
¿Una estrella Michelin puede arruinar tu restaurante favorito? Eso estarán pensando los clientes de toda la vida de