Salvo por dos cambios mínimos, este boletín tan pegado a la actualidad se escribió y grabó antes del colapso eléctrico del lunes pasado. «¿Por qué debemos apostar por producir y consumir nuestra propia energía?», pregunté a todos con los que hablé para esta pieza. Entre los motivos que me daban, protegerse ante cortes de luz generales fue uno de los menos mencionados. Normal. En la mayoría de España, los apagones son algo excepcional, así que no insistí. Pero al final, en las Notas del Redactor, verás que hubo quien sí me deslizó que habría que protegerse de un gran apagón.
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Exagerando un poco, hablar de autoconsumo eléctrico en la España previa a 2019 era poco más que tener una lavadora enchufada a una placa solar. No se podía compartir energía con otras viviendas, ni instalar más potencia de la que consumía uno mismo. Así que cuando Ramón Lakuntza me cuenta que en Esparza de Galar —un pueblo de poco más de 300 habitantes a las afueras de Pamplona— decidieron montar una comunidad energética, la primera de nuestro país, me cuesta imaginar por dónde empezaron. «Éramos una banda. No sabíamos muy bien lo que estábamos haciendo», me dice Ramón en la Herriko Etxea, la casa del pueblo donde me invitan a un café.
Arquitecto técnico de profesión y expresidente del concejo de su pueblo, Ramón fue quien empujó la idea desde el principio. «El objetivo era principalmente medioambiental», me señala. En cuanto un Real Decreto de 2019 les abrió la puerta a producir su propia energía juntos, se lanzaron sin red de seguridad. Lo que empezó con unas cuantas placas solares sobre el frontón que vemos por la ventana es hoy una comunidad energética que nutre de electricidad renovable a sus vecinos al tiempo que adelgaza su factura. Y un pasito humilde hacia la transición energética.
Estas dos palabras, transición energética, corren el riesgo de ser una de esas expresiones que, de tanto repetirlas, ya casi nadie escucha. Sin embargo, detrás del cliché hay una necesidad real. Depender del petróleo, gas o carbón no solo calienta el planeta, también vacía pozos cada vez más difíciles —y caros— de explotar. La transición, además de consumir menos, consiste en que nuestras casas y nuestra industria cambien esas fuentes de energía fósil por la electricidad: transporte eléctrico, calefacción con bombas de calor en vez de gas. Y que esa electricidad sea o bien nuclear —un debate resucitado en la última semana— o bien renovable: en España, sobre todo sol y viento.
Los grandes parques solares y eólicos ayudan, pero también tienen límites: no siempre producen cuando se necesita —el sol se apaga; el viento cesa— y distribuir esa energía lejos es complejo y se generan pérdidas. Por eso las soluciones pequeñas, locales y ya en marcha —como las comunidades energéticas— son tan valiosas. No hacen milagros, pero acercan la producción al consumo y nos involucran. Es menos sexy que hablar de soluciones como la fusión nuclear, la eterna promesa de un maná infinito, pero la ventaja es que unirnos para recolectar nuestra propia energía ya es posible. 5 años después de la primera, España suma ya más de 350 comunidades energéticas que señalan, quizás, un cambio de paradigma.
Los retos: compartir y guardar más energía
En Esparza de Galar, el primer paso fue colocar paneles solares en las cubiertas de los edificios públicos, pero en seguida Ramón redobló la apuesta, gestionó subvenciones y organizó una compra colectiva para que cada casa interesada pudiera poner sus propias placas. Hoy, más de 50 familias están implicadas en la comunidad energética, y todas consumen parte de la energía generada en las azoteas del pueblo—el frontón, el edificio del concejo, la Herriko Etxea— además de lo que producen en sus propios tejados domésticos. Eso no significa que todo haya sido fácil. La normativa, por ejemplo, limita el autoconsumo compartido a un radio de 2.000 metros, algo que sigue condicionando el desarrollo de estas iniciativas. «Técnicamente no tiene ningún sentido... ¿Por qué? No lo sé. Eso habrá que preguntárselo a los políticos». Esto limita sus ambiciones. Me cuenta que intentaron poner un molino de segunda mano en una rotonda o que les gustaría sumar esfuerzos con pueblos vecinos que han montado comunidades similares, pero… no se puede: casi todo queda a más de 2.000 metros, obviamente. Sin ir más lejos, nuestros vecinos franceses se pueden unir en comunidades de hasta 20 kilómetros.
A pesar de estos palos en la rueda, la comunidad energética de Esparza genera el 102 por ciento de la electricidad que necesitan sus vecinos. ¿No pagan facturas? No es tan sencillo, y ese es el gran hándicap de las renovables. Al ser placas solares, la energía se produce durante el día, pero el consumo fuerte llega por la noche. En Esparza tienen un par de baterías recicladas de coche que se cargan con el sol y sueltan esa electricidad almacenada cuando más cuesta. Aun así, el ahorro medio apenas alcanza el 20 por ciento de su recibo de luz. El desarrollo de mejores baterías, o incluso reaprovechar las de los coches eléctricos para casa, son caminos que se dibujan para disponer de energía cuando no se puede producir. Y hay otras soluciones más creativas. A una hora en coche, en otro pueblito llamado Lizarraga, aprovechan la energía solar para bombear agua a un depósito en lo alto del pueblo y, por la noche, la hacen bajar para mover una turbina. Así, aprovechan los excedentes para iluminar las farolas. Ingenioso, ¿no?
¿Aspiramos a un cambio mayor?
En nuestro videopodcast, Juanjo Díaz, economista y consultor independiente en energía renovable, nos ayuda a trasladar estos ejemplos pequeños y locales para reimaginar un cambio de mentalidad global. «El 66 por ciento de la población en España vive en edificios, y casi la mitad en bloques con diez o más viviendas”, me cuenta unos días antes de la grabación. Si hablamos de impacto real, el campo de batalla está en las ciudades. Y ahí también hay posibilidades. En Madrid, la comunidad solar La Pablo Renovable ha agrupado a cientos de vecinos para instalar paneles en las azoteas de 47 edificios. La inversión media es de unos 3.100 euros por familia y el ahorro estimado ronda los 500 euros al año. Son proyectos que requieren organización vecinal: sí, te vas a tener que poner de acuerdo con el del 3º B al que no saludas, y ese es el verdadero cambio.
Juanjo nos traslada a un escenario cercano en el que «todos estaremos produciendo»: pequeñas granjas de sol o viento, depende de lo que tengas a mano. Un futuro donde tendremos más información de cuándo podemos consumir energía, cuánta hemos almacenado o incluso podamos intercambiar la que nos sobra con el barrio de al lado. No te pierdas el videopodcast que te dejo aquí abajo, donde nos explica todo esto y mucho más.
«La energía más limpia, barata y segura es la que no se consume», a lo que añade Juanjo: «La segunda energía más limpia, barata y segura es la que se genera y se consume en el mismo lugar».
Notas del redactor
Esto me dijo Juanjo exactamente 1 mes antes del gran apagón: «Yo me he dado cuenta de que, más allá del argumento económico o social, muchas veces es el miedo el que termina de dar el empujón. Ahora te lanzo una idea: imagínate que te quedas sin electricidad. [...] Y no es descabellado: es posible que en algún momento haya un apagón importante, ya sea por un hackeo o una caída de la red. [...] Una comunidad energética bien diseñada, con baterías compartidas e infraestructura preparada para desconectarse de la red en caso de fallo, sí podría seguir generando y consumiendo electricidad durante apagones».
Tras revisar estas notas, escribí a Ramón para que me contara si a ellos les afectó el corte general: «[En Esparza] nos quedamos a dos velas como todo el mundo». Casi ninguna comunidad energética hace esa inversión extra para poder desconectarse de la red en caso de emergencia.
¿Sabías lo tremendas que son las baterías de los coches eléctricos? Unas 17.000 baterías de coche eléctrico pueden almacenar lo que una central nuclear produce en una hora. La tecnología Vehicle to Grid permite devolver a la red, o a tu casa, la energía almacenada en tu coche. Puede ser una pieza del futuro mix eléctrico, aunque los materiales que se necesitan para estas baterías son un reto para que sea una solución perfecta.
No todo son placas solares o molinos. La clave es aprovechar lo que tengas cerca. Por ejemplo, en Muttersholtz —un pueblo francés de 2.200 habitantes— tienen tres turbinas en el cauce de su río.
Juanjo también destaca el pueblo autosuficiente de Feldheim, cerquita de Berlín. Molinos, biogás, paneles solares y baterías para no depender de la red eléctrica.
Siempre que hablo de energía me gusta sacar a colación a Antonio Turiel, autor de Petrocalipsis o El futuro de Europa. Antonio sostiene que deberíamos prepararnos para decrecer, y que pronto será una obligación. Polémico para muchos, pero siempre interesante.
En España, más de la mitad de la electricidad que generamos proviene de fuentes renovables. Sin embargo, si tenemos en cuenta todo el consumo energético —no solo electricidad, sino también combustibles como el gas, el carbón o el petróleo—, las renovables apenas suponen entre el 10 y el 20 por ciento del total.
El semáforo
🟢 El Vaticano contra Silicon Valley. Esta me la pasa nuestro compi Carles Planas: «Boskic, la muerte del Papa Francisco y el cónclave para elegir a un nuevo pontífice me han llevado a indagar sobre el liderazgo humanista respecto a los últimos avances tecnológicos. Sorprendentemente, Bergoglio convirtió a la Santa Sede en una voz contraria a los excesos de la industria tecnológica y favorable a la regulación de la IA».
🟠 La esperanza de un antídoto universal para las picaduras de serpientes. Tim Friede es un fanático de las serpientes, lo que le ha llevado a dejarse morder por sus amigas más de 200 veces. Su objetivo: inmunizarse contra su veneno. Aunque se jugó la vida, le funcionó. Y ahora sus anticuerpos están siendo utilizados para desarrollar un antídoto de amplio espectro con resultados prometedores. Mola la puerta que Tim ha abierto, pero un camino tan temerario no se merece el verde en WATIF.
🔴 Mr. Deepfakes, cerrada. Uno de los lugares más chungos de internet —y esto es mucho decir— ha bajado la persiana para siempre. Mr. Deepfakes era la web de referencia de pornografía no consentida generada con IA. ¿Por qué el rojo entonces? Porque su legado le va a sobrevivir. Este tugurio digital conectó la oferta y la demanda de este contenido a través de sus foros, construyendo una comunidad que no se va disolver por el cierre del portal. Desde hace tiempo, el lugar seguro para sus usuarios se ha trasladado a Telegram, con grupos donde se difunden estos vídeos ilegales sin ningún problema y se comparten técnicas para mejorar la calidad de los mismos.
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🤝 Hasta la próxima,
El camino de las energías renovables y la transición energética es claramente un camino colectivo, que choca con el discurso hiper individualista de la actualidad (y propagado por los algoritmos y la hiper segmentación y personalización). Lo cual lo vuelve más desafiante y difícil de conseguir. Actualmente, además, lo hacemos desde una perspectiva defensiva, de evitar un colapso o atenuar las consecuencias, que tampoco es tan seductor como "echale la culpa al de al lado" y avivar odios. Difícil.
Que loco que grabarais justo este tema antes del APAGÓN y que buenos aprendizajes viendo lo visto y las posibilidades que ofrecen las comunidades energéticas, baterías y la mentalidad de inversión pensando en el medio y largo plazo.
Por otro lado, lo de Tim Friede y las 200 picaduras… este hombre también merece una mención especial ¡qué valor!